Por qué son indispensables las protecciones para esquiar
Cuando te calzas las botas de esquí para pasar un día en las pistas, tus pies, tibias, maléolos y dedos están sometidos a importantes esfuerzos: presión intensa, contacto repetido, roces, golpes, apoyos laterales, sobre todo en el freeride, el esquí intensivo o las jornadas largas. Sin las protecciones adecuadas, esto puede provocar ampollas, uñas negras, irritaciones, dolores o molestias. Las protecciones para esquiar (dedos de los pies, talón, tibia, maléolo, plantilla ajustada...) constituyen una barrera contra el dolor, la irritación y la fatiga, y permiten esquiar más cómodamente y durante más tiempo, sin comprometer el rendimiento.
Lo que aportan las protecciones SIDAS: comodidad, prevención y seguridad
- Protección específica para zonas sensibles: las punteras, los protectores de talón, los protectores de maléolo o los protectores de tibia de gel ofrecen acolchado en los puntos de presión (dedos, tibia, maléolos) para evitar uñas negras, irritaciones, golpes o roces excesivos.
- Reducción de las rozaduras y el dolor: gracias a materiales flexibles, finos y adaptados (gel, silicona, Silitène™), las protecciones actúan como una «segunda piel»: limitan las fricciones internas, reducen las zonas sensibles y aumentan la comodidad en la bota, incluso durante varias horas.
- Mejora de la comodidad y la sujeción en el calzado: algunas protecciones (por ejemplo, las espinilleras) están diseñadas para permanecer bien fijadas bajo el calcetín, sin deslizarse, para una sujeción estable y duradera. Esto garantiza comodidad y seguridad durante los giros, saltos o descensos deportivos.
- Prevención de lesiones y sensación de quemazón o impacto: en las botas rígidas, los apoyos repetidos sobre las espinillas o los maléolos pueden resultar dolorosos; las protecciones de gel atenúan estos impactos y reducen el riesgo de contusiones, hematomas o irritaciones cutáneas.
- Mejora de la experiencia global: esquí más agradable y duradero. Con las protecciones adecuadas, el esquiador puede permanecer más tiempo en las pistas, disfrutando plenamente, sin molestias, fatiga ni dolor, lo que favorece el placer, la regularidad y la fidelidad a la práctica.
¿A quién van dirigidas estas protecciones para esquiar?
- A esquiadores habituales o intensivos: aquellos que encadenan descensos, jornadas largas o salidas frecuentes y quieren evitar los dolores o molestias relacionados con las botas.
- A esquiadores sensibles: pies frágiles, tendencia a las ampollas, uñas negras, irritaciones o dolor tibial, para quienes las protecciones aportan un confort real.
- A los practicantes de esquí técnico, freeride, backcountry o esquí extremo, donde las exigencias sobre los pies y las piernas son mayores, por lo que la necesidad de comodidad y protección es mayor.
- A todos aquellos que consideran el esquí como un momento de placer, para quienes cada detalle (plantilla, calcetín, protección) cuenta para maximizar la comodidad, la seguridad y el rendimiento.
Consejos de expertos y buenas prácticas para utilizar las protecciones de esquí
- Coloca las protecciones antes de calzarte las botas (dedos, talón, tibia o maléolo): colócalas bien (debajo del calcetín si está previsto) para que se mantengan en su sitio.
- Comprueba el ajuste de la bota de esquí: protecciones + suela + calcetín + bota = un conjunto; hay que asegurarse de que la bota se cierre correctamente sin una compresión excesiva.
- Comprueba el estado de las protecciones con regularidad: el gel, la silicona y la espuma pueden desgastarse; comprueba que conservan su forma y comodidad para evitar deslizamientos o pérdida de eficacia.
- Combinar con plantillas y calcetines adecuados: las protecciones son solo uno de los elementos del «conjunto pie + bota + comodidad»: unas plantillas adecuadas, unos calcetines técnicos, etc., maximizan la eficacia.
- Adaptar según el uso: salidas cortas, jornadas largas, condiciones extremas: el tipo adecuado de protección (dedos, tibia, maléolo...) marca la diferencia según la experiencia esquiando.









